Tiene cuerpo de banano, aunque nació en el frío. Y casi desde entonces busca un ritmo tropical, un vaivén sensual con el que atraer a sus congéneres. Para ello estudió durante años en la Academia Filoxera Francés (AFF), tras la estela —éxito, sudor y champaña — del gran Nino Gomera y la Gente Terrible. Pero —ay— a pesar de su rotundo cuerpo de banano y su extraordinaria mirada de forajido (selvático forajido, para ser más exactos) no fue capaz de transmitir su entusiasmo viril y sabrosón a otros miembros de su especie y hoy, ya resignado, se dedica a doblar servilletas a domicilio allí en su frío natal. Y aunque no sería justo decir que sea entera su desdicha, todavía suspira por la fama tumultuosa y banano que nunca alcanzó.
La última vez que lo llamé estaba enfermo de no sé qué. Y pasaba frío. Pobre.