La gente del armario

La gente del armario sale por la noche cuando estás dormido. Les gusta mirarte y decirte cosas al oído. Si te toca alguno confianzudo a lo mejor se acuesta un ratito a tu lado mientras los otros se ríen por lo bajini. Dicen que casi ninguno es malvado, que a la mayoría lo que les va son las historias de sicalipsis costumbrista vecinal. Sainetes de amancebamiento y fornicación, historias de toma pan y moja Luisa Fernanda. Da igual: podrían ser de satanismo despendolado o de torturas en sótanos lúgubres a víctimas inocentes desnudas llorosas. No tienen voz. Nadie puede oírlos. Hablan para sí. Pasan un rato fuera y luego vuelven a su armario. En nuestra casa hay veinticinco porque hay muchos armarios.