Coser y cantar

Coser y cantar, dijeron. Así que me entregué. El abrazo del oso, el zarpazo del tigre y el veneno del escorpión me habían convertido en un hombre que tose a menudo. Y tras varias horas sajando, cosiendo y cantando hicieron de mí no alguien nuevo, sino otro. Mejor. Un milagro hecho carne —y prótesis de titanio— que anuncia por medio de su cuerpo recién compuesto y de sus ingles a la brasileña —cortesía de la Casa— la buena nueva de un futuro mejor, de un hermoso porvenir de cirugía y bellas canciones.

griss